Aprovecho que acabo de volver de mi viaje de fin de carrera en Albania para escribir sobre mi etapa universitaria, que ha sido atípica y mágica a partes iguales, y para recomendaros no ir a Albania, más concretamente a Sarande, si lo que buscáis es salir de fiesta, no hay. Lo que sí hay es playas y paisajes de mucho nivel. Este viaje me ha servido para, como les dije a mis amigos de la carrera y compañeros de viaje anoche, después de sobrevivir a un viaje de avión interminable, valorar estos últimos cuatro años y entender que sin ellos, mi paso por la universidad no habría sido tan divertido, alocado y enriquecedor como lo ha sido gracias a su presencia.
Antes de comenzar, si eres nuevo, me gustaría presentarme, si ya me has leído anteriormente, salta al siguiente párrafo. Mi nombre es Javier Guirao, licenciado en Estadística y Empresa. Soy madrileño, que no madridista, de hecho, soy del Barça. Mi ideal político se encuentra acomodado en la zona derecha del espectro, aunque cada vez más cerca del centro. Un poco como Messi, que debutó en la banda derecha pero alcanzó su máximo jugando en los carriles centrales. El nombre de la Newsletter nace de mi deseo por tratar los diferentes temas de la sociedad de la manera más real y objetiva posible. Soy consciente de que mis vivencias y opiniones no engloban la realidad total, por lo tanto, me pareció coherente darle el nombre de Realidad Limitada.
Los últimos cuatro años los he pasado yendo y viniendo de Getafe, donde se encuentra la facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Carlos III de Madrid. Al principio y hasta la pandemia (un total de 6 meses), iba a la universidad en cercanías, un suplicio. No obstante, ahí es donde empecé a forjar las relaciones personales que me han llevado, cuatro años más tarde, a compartir un viaje de una semana con once “disfrutones”. Por lo tanto, y a pesar de lo cansado que era tener dos horas y media de trayectos diarios, no cambiaría esos seis meses por nada en el mundo. Durante esos seis meses tuve tiempo de socializar, sobre todo en la madrugada de los jueves y los viernes, suspender Álgebra Lineal y, en general, de pasarlo extremadamente bien. Todavía era un niño, o así lo veo ahora.
Después de esos primeros meses de conocer a mucha gente, forjar un gran grupo de amigos y salir mucho de fiesta (demasiado si habláis con mi padre), llegó la pandemia. La pandemia fue como cuando estas de fiesta en casa y llega la policía y te multa por hacer ruido. Nos cortó el rollo a todos. En mi caso, me sirvió para madurar de golpe. Dejé de salir tanto para dedicar ese tiempo a otras actividades que también me encantaban. Esto hizo que no compartiese tanto tiempo con mis amigos de la universidad. A pesar de compartir menos tiempo con ellos, la confianza y amistad que tenía con cada uno de ellos no se resintió nada. Siguieron estando ahí, que es lo más importante.
En este último año de carrera, el grupo se ha fortalecido de manera increíble, hemos crecido como personas de manera exponencial y he vuelto a compartir más momentos con ellos. He aprendido mucho de todos y cada uno de los integrantes del espectacular grupo que empezamos a formar allá por 2019. Me han enseñado muchas cosas que se que me han hecho convertirme en la persona que soy ahora mismo, que, creo, es mucho más completa que aquella que el pasado 6 de septiembre de 2019 entró por primera vez por la puerta de la facultad. Creo que hemos tenido una suerte increíble de haber coincidido en una carrera que es bastante peculiar y poco numerosa.
A mi parecer, mi paso por la universidad no podría haber sido mejor, con las subidas y bajadas típicas de esta etapa pero en la que los momentos buenos superan de manera amplia a los malos. Todas las vivencias, tanto académicas como no académicas, me han servido para desarrollarme como ser humano. He aprendido a gestionar los tiempos, tratar temas nuevos y diferentes, conocer gente completamente diferente a lo que estaba acostumbrado y más. En definitiva, la universidad me sacó de mi zona de confort lo que más tarde se ha traducido en un aprendizaje superlativo en incontables áreas de la vida.
Como he mencionado más arriba, en mi primer día de universidad, era un niño, un niño con ínfulas de adulto. Ahora, tras estos cuatro años de experiencias vitales, me considero un hombre, pero un hombre que sigue disfrutando la vida como un niño y, en mi humilde opinión, ahí está la clave.
El título del post, g29, se debe a que, durante un cuatrimestre, nuestra carrera se dividió en tres grupos, en lugar de dos, que ha sido el número de grupos que hemos tenido el resto de cuatrimestres. Ese nuevo grupo quedó formado por todos los integrantes del grupo de amigos y cuatro personas más. El grupo tenía como nombre “G. 29”. En total, sobre el papel, éramos veinte. No obstante, en la práctica, la media de asistencia no superó las cinco personas. Evidentemente, la universidad tomó cartas en el asunto, habló con uno de mis amigos que encima era delegado de la carrera, y posteriormente, se cargó el Grupo 29 y se volvió al formato de dos únicos grupos. Esto define muy bien a nuestro grupo y, la verdad, me encanta que sea así.
Como puse en el apartado “Agradecimientos” de mi TFG, este texto no habría tratado de mi paso por el grado de Estadística y Empresa de no ser por mi primo Tutes. Él fue el que puso la opción en mi radar y, cuatro años más tarde, puedo decir que la elección fue correcta.
Por último, os dejo una foto del grupo en el viaje.
Hasta aquí la Newsletter #4 de Realidad Limitada. ¡Hasta la próxima!
Pero y el Orange???!!! Ahí estaba la fiesta! Y en corfu igual